Micaías continuó diciendo: “Escucha, pues, lo que dice el Señor. Vi al Señor sentado en su trono, rodeado de todo el ejército del cielo que estaba a su derecha y a su izquierda.
“¿Qué vieron en tu palacio?” preguntó Isaías. “Vieron todo en mi palacio”, respondió Ezequías. “No hubo nada en todos mis almacenes que no les mostrara”.
Puedes estar seguro de que se acerca el momento en que todo lo que hay en tu palacio, y todo lo que tus antepasados han guardado hasta ahora, será llevado a Babilonia. No quedará nada, dice el Señor.
Entonces Eliseo respondió: “Escucha el mensaje del Señor. Esto es lo que dice el Señor: Mañana a esta hora, un seah de la mejor harina se venderá por un siclo, y dos seahs de cebada se venderán por un siclo en la puerta de Samaria”.
Cuando se acercaban a las afueras de la ciudad, Samuel le dijo a Saúl: “Dile a tu siervo que se vaya adelante, antes que nosotros. Cuando se haya ido, quédate aquí un rato, porque tengo un mensaje de Dios para ti”. Así que el criado se adelantó.
