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Referencias Cruzadas
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2 Reyes 2:19

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La gente del pueblo le dijo a Eliseo: “Mira, señor, aunque nuestro pueblo tiene una buena ubicación, como puedes ver, el agua es mala y la tierra es pobre”.

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16 Referencias Cruzadas  

Durante el reinado de Acab, Hiel de Betel reconstruyó Jericó. Sacrificó a Abiram, su hijo primogénito, cuando puso sus cimientos, y sacrificó a Segub, su hijo menor, cuando construyó sus puertas. Esto cumplió el mensaje que el Señor había dado a través de Josué, hijo de Nun.

¿No oíste, mi señor, lo que hice cuando Jezabel se ocupaba de matar a los profetas del Señor? Escondí a cien de los profetas del Señor, cincuenta en cada una de las dos cuevas, y les di comida y agua.

Mientras Abdías seguía su camino, Elías salió a su encuentro. Abdías lo reconoció, se inclinó hasta el suelo y dijo: “¿Eres tú, mi señor Elías?”

Cuando regresaron a Eliseo, que se encontraba en Jericó, éste les dijo: “¿No les dije que no se molestaran en ir?”

“Tráiganme un cuenco nuevo y pónganle sal”, respondió él. Así que se lo trajeron.

Cuando llegaron a Mara, el agua allí era demasiado amarga para beber. (Por eso el lugar se llama Mara).

Ninguna mujer tendrá un aborto espontáneo ni se quedará sin hijos. Me aseguraré de que vivan una larga vida.

El Señor le dijo a Moisés: “Dile a Aarón: ‘Toma tu bastón en tu mano y sostenlo sobre las aguas de Egipto, sobre sus ríos y canales y estanques y albercas, para que se conviertan en sangre. Habrá sangre por todo Egipto, incluso en los recipientes de madera y piedra’”.

Dales, Señor… ¿Qué podrás darles? Dales vientres que aborten y senos secos.

Le dijo a Moisés: “Señor mío, por favor no nos castigues por este pecado que hemos cometido tan estúpidamente.

El Señor te hará muy próspero. Tendrás muchos hijos, tu ganado producirá muchas crías, y tu tierra tendrá buenas cosechas, todo esto en el país que el Señor prometió a tus antepasados que te daría.

Los ancianos que dirigen la iglesia deberían ser considerados como doblemente valiosos, especialmente aquellos cuya obra es la predicación de la palabra y la enseñanza.

La ciudad y todo lo que hay en ella será apartado para el Señor y destruido. Sólo Rahab, la prostituta, y todos los que estén con ella en su casa se salvarán, porque ella escondió a los espías que enviamos.

En ese momento Josué declaró una maldición, diciendo: “Maldito sea ante el Señor todo aquel que intente reconstruir esta ciudad de Jericó. Él pone sus cimientos a costa de su hijo primogénito; él pone sus puertas a costa de su hijo menor”.




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