El rey de Asiria trajo gente de Babilonia, de Cuta, de Avá, de Jamat y de Sefarvaim y los estableció en las ciudades de Samaria en lugar de los israelitas. Ellos se apoderaron de la propiedad de Samaria y vivieron en sus ciudades.
En ese momento el Señor actuará por segunda vez para hacer volver al resto de su pueblo de Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Babilonia, Hamat y de las islas del Mediterráneo.
Pero el ejército babilónico los persiguió y alcanzó a Sedequías en las llanuras de Jericó. Lo capturaron y lo llevaron ante Nabucodonosor, rey de Babilonia, en Ribla, en la tierra de Hamat, donde lo juzgó y lo castigó.
Una profecía sobre Damasco: Las ciudades de Hamat y Arpad están perturbados, porque han recibido malas noticias. Están temerosos, inquietos como el mar. Nada puede calmar sus preocupaciones.