Cuando el Señor arrancó a Israel de la casa de David, hicieron rey a Jeroboam, hijo de Nabat. Jeroboam alejó a Israel del Señor y les hizo cometer pecados terribles.
Entonces Abimelec mandó a llamar a Abraham y le preguntó: “¿Qué has venido a hacernos? ¿Qué mal te he hecho para que me trates de esta manera, trayendo este pecado terrible sobre mi y mi reino? ¡Has hecho cosas que nadie debería hacer!”
Así que el Señor le dijo: “Ya que esto es lo que has hecho, y ya que no has guardado mi pacto y mis leyes que ordené, definitivamente te quitaré el reino y se lo daré a tu siervo.
Dijo: “Jeroboam, toma diez pedazos. Esto es lo que dice el Señor Dios de Israel. ‘Jeroboam, yo soy el Señor, el Dios de Israel, y voy a quitarle el reino a Salomón y te voy a dar diez de las tribus.
Le quité el reino a la casa de David y te lo di a ti. Pero no fuiste como mi siervo David, que guardaba mis mandamientos y se comprometía totalmente a seguirme, haciendo sólo lo que era justo a mis ojos.
El Señor hará que tú, tu pueblo y la familia real experimenten un tiempo diferente a todo lo ocurrido desde el día en que Efraín se separó de Judá. Traerá al rey de Asiria para que te ataque!”
“Tú no tendrías ningún poder a menos que se te conceda desde arriba”, le respondió Jesús. “Así que el que me entregó en tus manos es culpable de mayor pecado”.