Así, el día quince del octavo mes, mes que él mismo había elegido, Jeroboam ofreció sacrificios sobre el altar que había levantado en Betel. Así instituyó una fiesta para los israelitas, ofreciendo sacrificios en el altar y quemando incienso.
El Señor ordenó a un hombre de Dios proveniente de Judá para que fuera a Betel. Llegó justo cuando Jeroboam estaba de pie junto al altar a punto de presentar un holocausto.
El sacerdote Urías construyó el altar siguiendo todas las instrucciones que el rey Acaz había enviado desde Damasco, y lo terminó antes de que el rey Acaz regresara.
Sacrificó a los dioses de Damasco, cuyo ejército lo había derrotado, pues se dijo: “Ya que los dioses de los reyes de Aram los ayudaron, les sacrificaré a ellos para que me ayuden”. Pero esto llevó a la ruina a Acaz y a todo Israel.