2 Reyes 12:3

Versión Biblia Libre

Aun así, los altares paganos no se quitaron: el pueblo siguió sacrificando y presentando holocaustos en esos lugares.

Referencias Cruzadas

1 Reyes 15:11

Asá hizo lo justo a los ojos del Señor, como lo había hecho su antepasado David.

1 Reyes 15:14

Aunque los altares paganos no fueron removidos, Asá se comprometió completamente con el Señor durante toda su vida.

1 Reyes 22:43

Siguió todos los caminos de su padre; no se apartó de ellos, e hizo lo correcto a los ojos del Señor. Sin embargo, los altares paganos no fueron destruidos y el pueblo siguió sacrificando y presentando ofrendas allí.

2 Reyes 12:2

Joás hizo lo que era correcto a los ojos del Señor durante los años en que el sacerdote Joyadá le aconsejó.

2 Reyes 14:4

Pero los altares paganos no fueron destruidos. El pueblo seguía sacrificando y presentando holocaustos en esos lugares.

2 Reyes 15:3

Hizo lo que era correcto a los ojos del Señor, tal como lo había hecho su padre Amasías.

2 Reyes 15:35

Pero los altares paganos no fueron destruidos. El pueblo seguía sacrificando y presentando holocaustos en esos lugares. Reconstruyó la puerta superior del Templo del Señor.

2 Reyes 15:4

Pero los altares paganos no fueron destruidos. El pueblo seguía sacrificando y presentando holocaustos en esos lugares.

2 Reyes 18:3

E hizo lo justo alos ojos del Señor, siguiendo todo lo que había hecho su antepasado David.

2 Reyes 18:4

Quitó los lugares altos, destrozó los ídolos de piedra y cortó los postes de Asera. Hizo pedazos la serpiente de bronce que había hecho Moisés, porque hasta entonces los israelitas le habían sacrificado ofrendas. Se llamaba Nehustán.

2 Reyes 22:2

E hizo lo recto a los ojos del Señor, y siguió todos los caminos de David, su antepasado; no se desvió ni a la derecha ni a la izquierda.

2 Crónicas 31:4

También ordenó al pueblo que vivía en Jerusalén que mantuviera a los sacerdotes y a los levitas para que pudieran dedicarse a estudiar y enseñar la Ley del Señor.

Jeremías 2:20

Hace tiempo que rompiste tu yugo y te arrancaste las cadenas. “¡No te adoraré!”, declaraste. Por el contrario, te acostaste como una prostituta en toda colina alta y bajo todo árbol verde.