la comida que había en la mesa, cómo vivían sus funcionarios, cómo funcionaban sus sirvientes y cómo estaban vestidos, la ropa de los camareros y los holocaustos que presentaba en el Templo del Señor, quedó tan asombrada que apenas podía respirar.
Junto con los comandantes, los nobles, los gobernantes del pueblo y todo el pueblo, condujo al rey en una procesión desde el Templo del Señor, entrando por la puerta superior al palacio real. Allí sentaron al rey en el trono real.
Derribó el dosel del sábado que habían construido en el Templo, así como la entrada exterior del rey al Templo del Señor. Hizo esto para complacer al rey de Asiria.
Así, los levitas debían cumplir con la responsabilidad de cuidar la Tienda del Encuentro y el santuario, y con sus hermanos los descendientes de Aarón, servían a la casa del Señor.
Cuando los dirigentes de Judá se enteraron de lo sucedido, vinieron del palacio del rey al Templo del Señor y se sentaron a la entrada de la Puerta Nueva del Templo para juzgar el caso.