Entonces Abimelec mandó a llamar a Abraham y le preguntó: “¿Qué has venido a hacernos? ¿Qué mal te he hecho para que me trates de esta manera, trayendo este pecado terrible sobre mi y mi reino? ¡Has hecho cosas que nadie debería hacer!”
Pero Jehú no se comprometió del todo a seguir la ley del Señor, el Dios de Israel. No puso fin a los pecados que Jeroboam había hecho cometer a Israel.
Sus hechos fueron malos a los ojos del Señor, como los de sus antepasados también. No puso fin a los pecados que Jeroboam, hijo de Nabat, había hecho cometer a Israel.
Él tomó lo que le dieron y usando una herramienta moldeó un ídolo con forma de becerro. Gritaron: “Israel, estos son los dioses que te sacaron de la tierra de Egipto”.
“No dejó la prostitución que había iniciado en Egipto: los hombres se acostaban con ella cuando era joven, estrujaban sus pechos vírgenes y la utilizaban para satisfacer su apetito sexual.
Los que viven en Samaria tiemblan asombrados ante el becerro de Bet-Aven. Su pueblo se lamenta por ello en sus rituales paganos, mientras sus sacerdotes idólatras celebran su gloria. Pero tal gloria les será quitada. Esa gloria se le dará a Asiria como tributo por el gran rey.
Ahora pecan constantemente, y se forjan ídolos de metal fundido. Todos esos ídolos fueron hábilmente forjados con plata por los artesanos. “Ofrezcan sacrificios a estos ídolos”, dice el pueblo. “Besen al ídolo con forma de becerro”.