“Puesto que los hijos de tu amo están contigo, y tienes a tu disposición carros, caballos, una ciudad fortificada y armas, cuando recibas esta carta,
elige al mejor y más apropiado hijo de tu amo, colócalo en el trono de su padre y lucha por la casa de tu amo”.
La carta que llevó al rey de Israel decía: “Esta carta acompaña a mi siervo Naamán, enviada a ti para que lo cures de su lepra”.