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Referencias Cruzadas
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2 Crónicas 7:1

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Cuando Salomón terminó de orar, bajó fuego del cielo y quemó el holocausto y los sacrificios, y la gloria del Señor llenó el Templo.

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26 Referencias Cruzadas  

Después de que el sol se puso y se hizo oscuro, de repente apareció un horno echando humo y una antorcha encendida que pasaba entre las mitades de los cadáveres de los animales.

Entonces tú invocarás a tu dios por su nombre, y yo invocaré al Señor por su nombre. El dios que responde enviando fuego es Dios”. Entonces todo el pueblo dijo: “Estamos de acuerdo con lo que dices”.

Entonces el fuego del Señor bajó y quemó el sacrificio, la madera, las piedras y la tierra; incluso lamió el agua de la zanja.

Cuando Salomón terminó el Templo del Señor y el palacio real, y habiendo logrado todo lo que había querido hacer,

David construyó allí un altar al Señor y presentó holocaustos y ofrendas de amistad. Invocó al Señor en oración, y el Señor le respondió con fuego del cielo sobre el altar del holocausto.

Señor, amo tu casa, el lugar donde vives en tu gloria.

El humo se derramó sobre todo el Monte Sinaí porque la presencia del Señor había descendido como el fuego. El humo se elevó como el humo de un horno, y toda la montaña tembló furiosamente.

Me reuniré con los israelitas allí, y ese lugar será sagrado por mi gloria.

Yo responderé incluso antes de que me pregunten. Mientras aún están hablando, les responderé.

Entonces el Espíritu me levantó y me llevó al patio interior, y la gloria del Señor llenó el Templo.

El hombre me llevó al frente del Templo por la puerta norte. Al mirar, vi la gloria del Señor llenando su Templo, y caí con el rostro en tierra.

Seguí hablando, orando y confesando mis pecados y los de mi pueblo Israel, suplicando ante el Señor, mi Dios, en favor de Jerusalén, su monte santo.

Entonces las ofrendas de Judá y de Jerusalén agradarán al Señor, como en los días de antaño.

Cuando terminaron de orar, la edificación donde estaban reunidos tembló. Y todos ellos fueron llenos del Espíritu Santo, y predicaban con valor la palabra de Dios.

La ciudad no necesita del sol o de la luna que brillen allí porque la gloria de Dios da la luz, pues el Cordero es su lámpara.

El ángel del Señor extendió el báculo que tenía en la mano y tocó la carne y los panes ácimos con la punta. De la roca salió fuego y quemó la carne y los panes sin levadura. Luego el ángel desapareció.




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