Entonces David también le dijo a Salomón: “¡Sé fuerte, sé valiente y actúa! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor, mi Dios, está contigo. Él no te dejará ni te abandonará. Él se encargará de que todo el trabajo para el servicio de la casa del Señor esté terminado.
También te ordenamos que lleves contigo la plata y el oro que el rey y sus consejeros han donado voluntariamente al Dios de Israel, que vive en Jerusalén,
junto con toda la plata y el oro que recibas de la provincia de Babilonia, así como las donaciones voluntarias del pueblo y los sacerdotes al Templo de su Dios en Jerusalén.
Escuché una voz fuerte que salía del trono y decía: “Ahora la casa de Dios está con los seres humanos y él vivirá con ellos. Ellos serán su pueblo. Dios mismo estará con ellos como su Dios.