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Referencias Cruzadas

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2 Crónicas 6:13

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Salomón había hecho una plataforma de bronce de cinco codos de largo, cinco de ancho y tres de alto. La había colocado en medio del patio, y estaba de pie sobre ella. Entonces se arrodilló ante toda la asamblea de Israel y extendió sus manos hacia el cielo.

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14 Referencias Cruzadas  

Salomón hizo construir el patio interior con tres hileras de piedra labrada y una de vigas de cedro.

Alrededor del gran patio, del patio interior y del pórtico del Templo del Señor había tres hileras de piedra labrada y una hilera de vigas de cedro.

Cuando Salomón terminó de hacer todas estas oraciones y peticiones al Señor, se levantó ante el altar del Señor, donde había estado arrodillado con las manos extendidas hacia el cielo.

Salomón también construyó el patio de los sacerdotes, el patio grande y las puertas del patio, y cubrió las puertas con bronce.

Entonces Salomón se puso delante del altar del Señor, ante toda la asamblea de Israel, y extendió las manos en oración.

A la hora del sacrificio vespertino, me levanté de donde había estado sentado, apesadumbrado, con mis ropas rasgadas, y me arrodillé y extendí mis manos al Señor, mi Dios.

Cuando me enteré de la noticia, me senté, llorando y lamentándome durante días, ayunando y orando al Dios del cielo.

El escriba Esdras estaba de pie en un alto escenario de madera construido para este evento. A su derecha estaban Matatías, Sema, Anaías, Urías, Hilcías y Maasías, y a su izquierda Pedaías, Misael, Malquías, Hasum, Hash-badana, Zacarías y Mesulam.

Vengan, entremos y adoremos, arrodillémonos ante el Señor nuestro creador.

“Una vez que haya dejado la ciudad, oraré al Señor por ti”, le dijo Moisés. “Los truenos cesarán y no habrá más granizo, para que te des cuenta de que la tierra pertenece al Señor.

Cuando Daniel se enteró de que el decreto había sido firmado, se dirigió a su casa, a su habitación del piso superior, donde oraba tres veces al día, con las ventanas abiertas hacia Jerusalén. Allí se arrodilló, orando y agradeciendo a su Dios como siempre lo hacía.

Entonces los dejó allí y caminó cierta distancia como de un tiro de piedra, y allí se arrodilló y oró.

Y cuando terminó de hablar, se arrodilló y oró con todos ellos.

Cuando se acabó nuestro tiempo de estar allí, partimos y regresamos al barco para seguir nuestro viaje. Todos los creyentes, y las esposas e hijos, nos acompañaron al marcharnos de la ciudad. Allí en la playa nos arrodillamos y oramos, y nos despedimos.




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