Se colocaron en sus puestos asignados, según la ley de Moisés, el hombre de Dios. Los sacerdotes rociaban la sangre de los sacrificios, que los levitas les entregaban.
Vio al rey de pie junto a su columna, como era costumbre. Los comandantes y los trompetistas estaban con el rey, y todos celebraban y tocaban las trompetas. Atalía se rasgó las vestiduras y gritó: “¡Traición! Traición!”
El rey se puso de pie junto a la columna e hizo un acuerdo solemne ante el Señor de seguirlo y de cumplir sus mandamientos, leyes y reglamentos con total dedicación, y de observar los requisitos del acuerdo tal como estaban escritos en el libro.
Los cantores, descendientes de Asaf, estaban en sus puestos siguiendo las instrucciones dadas por David, Asaf, Hemán y Jedutún, el vidente del rey. Los porteros encargados de cada puerta no necesitaban salir, porque sus compañeros levitas los proveían.
Debes matar el toro en presencia del Señor, y los hijos de Aarón, los sacerdotes, deben tomar la sangre y rociarla por todos los lados del altar a la entrada del Tabernáculo de Reunión.