Hizo que la sala del Lugar Santísimo se correspondiera con la anchura del Templo: veinte codos de largo y veinte de ancho. Cubrió el interior con seiscientos talentos de oro fino.
En la parte de atrás del Templo, separó veinte codos con tablas de cedro desde el suelo hasta el techo, haciendo un santuario interior como el Lugar Santísimo.
Esta es una ilustración para nosotros en el presente, demostrándonos que los dones y sacrificios que se ofrecen no pueden limpiar la conciencia del adorador.