David también derrotó a los moabitas. Los hizo tumbarse en el suelo y los midió con un tramo de cuerda. Midió dos tramos para los que debían morir, y un tramo de cuerda para los que debían vivir. Entonces los sometió bajo su gobierno, y les exigió que pagaran impuestos.
Era más sabio que cualquiera, más sabio que Etán el ezraíta, más sabio que Hemán, Calcol y Darda, hijos de Mahol. Su fama se extendió por las naciones que le rodeaban.
Jotam luchó con el rey de los amonitas y los derrotó. Los amonitas le dieron cada año durante tres años cien talentos de plata, y diez mil coros de trigo y diez mil de cebada.
Entonces comenzó a difundirse la noticia acerca de él por toda la provincia de Siria. La gente traía delante de él a todos los que estaban enfermos: personas afligidas por todo tipo de enfermedades, personas poseídas por demonios, enfermos mentales, paralíticos, y él los sanaba a todos.
Sin embargo, cuando entres en territorio amonita, no les causes problemas ni luches con ellos, porque no les daré a ustedes ninguna tierra amonita, pues se la he dado a los descendientes de Lot y les pertenece”.
Nahas el amonita llegó con su ejército y sitió Jabes de Galaad. Todo el pueblo de Jabes le dijo: “Haz un acuerdo de paz con nosotros, y seremos tus súbditos”.