También fabricó máquinas de guerra hábilmente diseñadas para disparar flechas y grandes piedras desde las torres y las esquinas de la muralla. Su fama se extendió por todas partes, pues recibió una ayuda extraordinaria hasta que llegó a ser realmente poderoso.
Formaban parte de este ejército setecientos soldados experimentados que usaban la mano izquierda. Todos ellos podían disparar una honda y no fallar ni por asomo.
David metió la mano en su bolsa, sacó una piedra y la disparó con su honda, golpeando al filisteo en la frente. La piedra se le clavó en la frente, y Goliat se desplomó boca abajo en el suelo.