Este Templo se convertirá en un montón de escombros. Todos los que pasen junto a él se horrorizarán y silbarán diciendo: ‘¿Por qué ha actuado el Señor de esta manera con esta tierra y este Templo?’
Entonces el rey David dijo a todos los allí reunidos: “Mi hijo Salomón, elegido sólo por Dios, es joven e inexperto, y el trabajo a realizar es grande porque este Templo no será para el hombre, sino para el Señor Dios.
Pero, ¿quién soy yo y quién es mi pueblo, para que seamos capaces de dar de tan buena gana? Porque todo lo que tenemos viene de ti; sólo te devolvemos lo que tú nos has dado.
Hijos míos, no descuiden sus responsabilidades, porque el Señor los ha escogido para estar en su presencia y servirle, y para ser sus ministros presentando holocaustos”.
“Pero, ¿realmente vivirá Dios aquí en la tierra entre la gente? Los cielos, incluso los más altos, no pueden contenerte, ¡y mucho menos este Templo que he construido!
Esto me convence de que el Señor es más grande que todos los demás dioses, porque salvó al pueblo de los egipcios cuando actuaron tan arrogantemente con los israelitas”.
Esto es lo que dice el Señor: El cielo es mi trono, y la tierra es donde pongo mis pies. Entonces, ¿dónde estará esa casa que vas a construir para mí? ¿Dónde me acostaré para descansar?
Estaban tan orgullosos de sus hermosas joyas que las usaron para hacer sus repugnantes imágenes y decorar sus ofensivos ídolos. “Así que voy a convertir estos ídolos en cosas inmundas para ellos.