Senaquerib había recibido un mensaje sobre Tirhaca, rey de Etiopía, que decía: “¡Cuidado! Se ha propuesto atacarte”. Entonces Senaquerib volvió a enviar mensajeros a Ezequías, diciendo:
¿Acaso los etíopes y los libios no tenían un gran ejército con muchos carros y jinetes? Sin embargo, como confiaste en el Señor, él te hizo victorioso sobre ellos.
Ellos envían mensajeros río abajo en barcas de papiro. Veloces mensajeros, vayan y lleven un mensaje a un pueblo alto y de piel suave, a un pueblo temido por todos, a una nación muy poderosa de conquistadores, cuya tierra es arrastrada por los ríos.
¿No son los etíopes tan importantes para mi como lo son ustedes, pueblo de Israel? – pregunta el Señor. Sí, yo saqué a los israelitas de la tierra de Egipto, pero también saqué a los filisteos de Creta, así como a los sirios los saqué de Quir.
Estos son los espíritus demoníacos que hacen milagros, que salen a reunir a todos los reyes de todo el mundo para la batalla en el día del juicio de Dios, el Todopoderoso.