A su hijo le daré una tribu, para que mi siervo David tenga siempre un descendiente como una lámpara ante mí en Jerusalén, la ciudad que elegí para ser honrada.
Cuando todos los israelitas vieron que el rey no los escuchaba, le dijeron al rey “¿Qué parte tenemos en David, y qué parte tenemos en el hijo de Isaí? ¡Vete a casa, Israel! Estás solo, casa de David”. Así que todos los israelitas se fueron a casa.
Entonces el rey Roboam envió a Adoram, encargado de los trabajos forzados, pero los israelitas lo apedrearon hasta la muerte. El rey Roboam se subió rápidamente a su carro y corrió de regreso a Jerusalén.
Cuando Roboam llegó a Jerusalén, reunió a los hombres de las familias de Judá y Benjamín - 180.000 guerreros elegidos - para ir a luchar contra Israel y devolver el reino a Roboam.
“Hijo de hombre, toma un pedazo de madera y escribe en él ‘Esto pertenece a Judá y a las tribus israelitas aliadas a ellos’. Luego toma otro trozo de madera y escribe en él ‘Esto pertenece a José. Este es el pedazo de madera de Efraín y de las tribus israelitas aliadas a ellos’.