Todos los hombres y mujeres israelitas que estaban dispuestos trajeron una ofrenda voluntaria al Señor por todo el trabajo de hacer lo que el Señor, a través de Moisés, les había ordenado hacer.
¿Entonces qué ha pasado con su gratitud? ¡Déjenme decirles que en ese tiempo, si ustedes hubieran podido sacarse los ojos para dármelos a mí, de seguro lo habrían hecho!
Nuestro amor era tan grande que nos deleitamos en compartir con ustedes no solo la buena noticia de Dios, sino que además nos entregamos nosotros mismos, porque se volvieron muy amados para nosotros.
Todo el que hable, hágalo como si Dios hablara a través de él. Todo aquél que quiera ayudar a otros, hágalo por medio de la fuerza que Dios le da, para que en todo Dios sea glorificado por medio de Jesucristo. Que la gloria y el poder sean suyos por siempre y para siempre. Amén.
Cuiden del rebaño que se les ha encomendado, no porque estén obligados a vigilarlos, sino con agrado, como Dios quiere que sea. Háganlo de buena gana, sin buscar beneficio de ello.