No tenemos que ser como Moisés, que tuvo que ponerse un velo para cubrir su rostro y así los israelitas no fueran enceguecidos por la gloria, aunque ya se estaba desvaneciendo.
Sin embargo, la antigua forma de relacionarnos con Dios, escrita en piedras, terminó en muerte, aunque fue entregada con la gloria de Dios, tanto así, que los israelitas no pudieron soportar ver el rostro de Moisés porque era muy brillante, aunque esa gloria se estaba desvaneciendo.