“¡Pero qué desastre viene sobre ustedes, maestros religiosos y Fariseos hipócritas! Ustedes cierran de golpe las puertas del reino de los cielos en el rostro de la gente. No entran ustedes mismos, ni dejan entrar a quien está tratando de hacerlo.
Cuando se acercaba a la puerta de la ciudad, venía en camino una procesión fúnebre. El hombre que había muerto era el único hijo de una viuda, y una enorme multitud de la ciudad la acompañaba.
Durante este tiempo, cuando el número de creyentes crecía rápidamente, los creyentes que hablaban en idioma griego comenzaron a discutir con los creyentes que hablaban en idioma Arameo. Ellos se quejaban de que sus viudas estaban siendo discriminadas en cuanto a la distribución diaria de alimento.
Así que Pedro se alistó y se fue con ellos. Y cuando llegó lo llevaron a la habitación de arriba. Todas las viudas estaban ahí llorando, y le mostraban a Pedro los abrigos y ropas que Dorcas había hecho mientras estuvo con ellas.
De esta manera los levitas (que no tienen ninguna participación en la asignación de tierras), los extranjeros, los huérfanos y las viudas de tu pueblo recibirán lo que necesitan. El Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas.
Celebrarás en presencia del Señor en el lugar que él elija. Esto los incluye a ustedes, a sus hijos e hijas, a sus esclavos y esclavas, y a los levitas que viven en sus ciudades, así como a los extranjeros, huérfanos y viudas que hay entre ustedes.
Disfruten de la fiesta ustedes, sus hijos e hijas, sus esclavos y esclavas, y los levitas que viven en sus ciudades, así como los extranjeros, huérfanos y viudas que hay entre ustedes.
Nuestra intención no era ganar la alabanza de nadie, ni la de ustedes, ni la de los demás. Nos hubiéramos convertido en un “carga” para ustedes como mensajeros de Cristo;
Ante los ojos de nuestro Dios y Padre, la religión pura y genuina consiste en visitar huérfanos y viudas que sufren, y guardarse de la contaminación del mundo.
Esposos, del mismo modo, sean considerados con sus esposas en su vida diaria juntos. Aunque tu esposa no sea tan fuerte como tú, debes honrarla, porque ella heredará en igual proporción junto a ti el don de la vida de Dios. Asegúrense de hacer estas cosas para que nada estorbe sus oraciones.