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Referencias Cruzadas

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1 Timoteo 3:8

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Del mismo modo, los diáconos deben ser respetables y no hipócritas. No deben ser adictos a la bebida, y no deben tratar de enriquecerse de manera deshonesta.

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17 Referencias Cruzadas  

Todos le mienten a su prójimo. Los halagan con elogios. Pero no dicen lo que en realidad piensan.

No se puede confiar en nada de lo que ellos dicen, pues su deseo es destruir. Su garganta es como una tumba abierta, y sus lenguas están llenas de adulación.

Con tu boca dices cosas malas; usas tu lengua para esparcir mentiras.

Hacen planes para ver a la gente sufrir; sus palabras cortan como un rastrillo afilado, ¡Mentirosos!

Ningún sacerdote debe beber vino antes de entrar en el patio interior.

“Tú y tu descendencia no deben beber vino ni ningún otro tipo de alcohol cuando entren al Tabernáculo de Reunión, de lo contrario morirán. Esta norma es para siempre y para todas las generaciones futuras.

Sus gargantas son como una tumba abierta; sus lenguas esparcen engaño; sus labios rebosan veneno de serpientes.

Esta carta viene de parte de Pablo y de Timoteo, siervos de Jesucristo, para todo el pueblo de Dios en Cristo Jesús que vive en Filipo y a los líderes y sus asistentes.

El diácono debe estar casado con una sola mujer, siendo buen administrador de sus hijos y sus hogares.

Un anciano debe ser irreprochable, casado con una mujer, debe tener dominio propio, ser equilibrado, sensible, hospitalario, y con capacidad de enseñar.

Debe abstenerse de emborracharse o ser violento, más bien debe ser manso y no debe buscar contienda o codiciar dinero.

No bebas solamente agua, sino añade un poco de vino, por tu mal de estómago, pues te enfermas muy seguido.

Como líder de Dios, un anciano líder debe tener una buena reputación y no ser arrogante. No debe tener un mal carácter ni embriagarse; no debe ser violento ni tener avaricia por el dinero.

Del mismo modo, las mujeres de mayor edad deben comportarse de una manera que demuestre que tienen vidas dedicadas a Dios. No deben destruir la reputación de la gente con su hablar, y no deben ser adictas al vino.

¡Emanan bendiciones y maldiciones de la misma boca! Amigos, ¡esto no debe ser así!

Cuiden del rebaño que se les ha encomendado, no porque estén obligados a vigilarlos, sino con agrado, como Dios quiere que sea. Háganlo de buena gana, sin buscar beneficio de ello.




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