“Venimos de parte de Cornelio, un hombre bueno, devoto, que tiene temor de Dios y es respetado entre el pueblo judío”, respondieron. “Un ángel lo instruyó para que enviara a buscarte y llevarte hasta su casa para escuchar lo que tú tienes para decirle”.
Allí había un hombre llamado Ananías que fue a verme. Era un hombre devoto que guardaba la ley, y era muy respetado por los judíos que vivían en la ciudad.
Así que mi mejor consejo es que las viudas que son más jóvenes se casen y tengan hijos y se ocupen del hogar. Así no habrá oportunidad para la crítica que proviene del Enemigo.
Deben ser sensatas y puras, hacendosas, hacedoras del bien y tener oídos prestos a lo que sus esposos les dicen. De este modo, no habrá nada malo que decir de la palabra de Dios.
compartiendo creencias sanas que no puedan ser cuestionadas. Así, los que se oponen, se avergonzarán de sí mismos y no tendrán nada malo que decir acerca de nosotros.