Descendiste en el monte Sinaí. Les hablaste desde el cielo. Les diste caminos correctos para vivir, leyes verdaderas, y buenos reglamentos y mandamientos.
No sigan los caminos de este mundo; por el contrario, sean transformados por la renovación espiritual de sus mentes, a fin de que puedan demostrar cómo es realmente la voluntad de Dios: buena, agradable, y perfecta.
porque yo sé que no hay nada bueno en mí en lo que tiene que ver con mi naturaleza humana pecaminosa. Aunque quiero hacer el bien, simplemente no puedo hacerlo.
¿De modo que la ley obra en contra de las promesas de Dios? ¡Por supuesto que no! Porque si hubiera una ley que pudiera dar vida, entonces nosotros podríamos ser justificados por el cumplimiento de ella.