Cuando la gente hable de paz y seguridad, de repente vendrá destrucción sobre ellos. Será como el inicio repentino de los dolores de parto, y ciertamente no escaparán.
En ese momento la gente que vive en las tierras costeras dirán: ‘¡Mira lo que ha sucedido a aquellos de los que dependíamos! Corrimos hacia ellos en busca de ayuda para salvarnos del rey de Asiria. No tenemos ninguna posibilidad!’”
Pero entonces todos tus enemigos serán como polvo fino; todos tus crueles opresores, como paja que se lleva el viento. Entonces, de repente, en un abrir y cerrar de ojos,
El mal te va a golpear, y no podrás alejarla por arte de magia. Te caerá un desastre que no podrás evitar pagando un rescate. La destrucción te golpeará de repente y no la esperabas.
¡Pero ambas cosas te ocurrirán en rápida sucesión! En un solo día perderás a tus hijos y te convertirás en viuda. Tendrás esta experiencia en su totalidad, a pesar de toda tu brujería, a pesar de todos tus hechizos mágicos.
¿Realmente has rechazado a Judá? ¿Odias tanto a Sión? ¿Por qué nos has herido tanto que no podemos curarnos? Esperábamos la paz, pero en lugar de ello no ha llegado nada bueno; esperábamos un tiempo de curación, pero en lugar de ello sólo ha habido terror repentino.
Oigo los gritos de una mujer que está dando a luz, los gemidos agónicos de una mujer que da a luz a su primer hijo. Son los gritos de la Hija de Sión, que jadea y extiende las manos diciendo: “¡Por favor, ayúdenme, me están matando!”
Le dan a mis heridos los primeros auxilios, pero en realidad no se preocupan por ellos. Les dicen: “¡No se preocupen! Tenemos paz!”, aun cuando la guerra se acerca.
El pueblo responde, “Nos hemos enterado de la noticia y nuestras manos están inmovilizadas por la conmoción. Nos invade la agonía y sufrimos dolores como una parturienta.
Le dan a mis heridos los primeros auxilios, pero en realidad no se preocupan por ellos. Les dicen: “¡No te preocupes! Tenemos paz!”, aunque se acerque la guerra.
“Han engañado a mi pueblo diciendo: ‘Tendremos paz’, cuando no habrá paz. Es como si pusieran una capa de cal sobre un muro inestable de piedras sueltas que el pueblo ha construido.
Ellos se enredan como los que quedan atrapados en medio de arbustos con espinas; como borrachos que han bebido y se han embriagado. Serán quemados por completo como la paja seca.
Una mujer que está en proceso de parto sufre de dolores porque ha llegado el momento, pero cuando el bebé nace, ella olvida la agonía por la alegría de que ha llegado un niño al mundo.
Porque cuando alguien así oye las palabras de esta solemne promesa, cree que aún recibirá una bendición, diciéndose a sí mismo: “Estaré a salvo, aunque seguiré haciendo lo que me plazca”. Tal actitud destruiría lo bueno y lo malo por igual.
Han venido a la iglesia de los primogénitos cuyos nombres están escritos en el cielo; a Dios, el juez de todos, y donde están las personas buenas, cuyas vidas están completas.
¿cómo escaparemos si no atendemos esta gran salvación que el Señor anunció desde el principio, y que después nos confirmó por medio de quienes lo oyeron?
Porque Dios no perdonó ni siquiera a los ángeles cuando pecaron. Sino que los lanzó al Tártaro, manteniéndolos en pozos de oscuridad, listos para el juicio.