¡Te has olvidado del Señor, tu Hacedor, que extendió los cielos y que puso los cimientos de la tierra! Por eso tiemblas de miedo todo el día, porque te amenaza la ira de los que te oprimen, queriendo destruirte. Pero, ¿dónde están ahora tus opresores y su ira?
Pero este es el acuerdo que voy a hacer con el pueblo de Israel en ese momento, declara el Señor. Pondré mis leyes dentro de ellos y las escribiré en sus mentes. Yo seré su Dios y ellos serán mi pueblo.
Nadie tendrá que enseñar a su vecino o a su hermano, diciéndole: “Debes conocer al Señor”. Porque todos me conocerán, desde el más pequeño hasta el más grande. Los perdonaré cuando hagan el mal, y me olvidaré de sus pecados.
Todos los creyentes tenían un mismo pensar y un mismo sentir. Ninguno de ellos consideraba nada como suyo sino que compartían todas las cosas unos con otros.
Los que de nosotros son maduros espiritualmente deben pensar de esta manera, y si ustedes piensan de manera diferente, entonces Dios les revelará esto.