A la mañana siguiente, cuando Nabal estaba sobrio, su mujer le contó lo que había sucedido. Cuando él la escuchó, le dio un ataque al corazón y se quedó paralizado.
Por el contrario, vive el Señor, el Dios de Israel, que me ha impedido hacerte daño, si no hubieras salido corriendo a mi encuentro, definitivamente no habría quedado vivo ni uno solo de los hombres de Nabal al amanecer”.
Cuando Abigail volvió a casa de Nabal, éste estaba en la casa, de fiesta como un rey. Se sentía muy alegre y estaba muy borracho. Así que ella no le dijo nada hasta la mañana.