Saúl se enojó mucho con Jonatán y le dijo: “¡Rebelde hijo de puta! ¿Crees que no sé que prefieres al hijo de Isaí? ¡Qué vergüenza! ¡Eres una vergüenza para la madre que te dio a luz!
Pero yo les digo: cualquiera que está enojado con su hermano será condenado como culpable. Cualquiera que llama a su hermano ‘idiota’ tiene que dar cuenta ante el concilio, y cualquiera que insulta a la gente, de seguro irá al fuego de Gehena”.
Me dijo: ‘Por favor, déjame ir, porque nuestra familia va a celebrar un sacrificio en la ciudad y mi hermano me dijo que tenía que estar allí. Si piensas bien de mí, por favor, déjame ir a ver a mis hermanos’. Por eso se ausentó de la mesa del rey”.