Entonces David también le dijo a Salomón: “¡Sé fuerte, sé valiente y actúa! No tengas miedo ni te desanimes, porque el Señor, mi Dios, está contigo. Él no te dejará ni te abandonará. Él se encargará de que todo el trabajo para el servicio de la casa del Señor esté terminado.
Me dijo: “Hijo de hombre, aquí es donde tengo mi trono. Es mi hogar donde viviré entre los israelitas para siempre. El pueblo de Israel y sus reyes no volverán a deshonrarme a mí y a mi santidad con sus actos de prostitución y honrando a sus reyes muertos en sus lugares altos paganos.
Porque Cristo no ha entrado al Lugar Santísimo construido por seres humanos y que es apenas un modelo del original. Él entró al cielo mismo, y ahora aparece en representación de nosotros, hablando a nuestro favor en presencia de Dios.