Entonces la gloria del Señor se elevó por encima de los querubines y se dirigió a la entrada del Templo. La nube llenó el Templo, y el resplandor de la gloria del Señor llenó el patio.
El Señor le dijo a Moisés: “Adviértele a tu hermano Aarón que no venga al Lugar Santísimo en cualquier momento que lo desee, de lo contrario morirá. Porque ahí es donde aparezco en la nube sobre la cubierta de expiación del Arca, detrás del velo.
Entonces el Templo se llenó de humo que provenía de la gloria de Dios y de su poder. Y nadie podía entrar al Templo hasta que las plagas que venían del cielo hubieran terminado.