Cada mes, los gobernadores de la zona proporcionaban por turnos comida al rey Salomón y a todos los que comían en su mesa. Se aseguraban de que no faltara nada.
Escribió en nombre del rey Jerjes y las selló con el anillo del rey. Envió las cartas por medio de un mensajero a caballo, que montaba veloces caballos de pura sangre del rey.
Por orden del rey, los mensajeros montados en los caballos de relevo del rey salieron a toda prisa. El decreto se emitió también en la fortaleza de Susa.
Sujeten al equipo de caballos al carruaje, pueblo de Laquis, porque los pecados del pueblo de Jerusalén comenzaron con ustedes, pues los pecados de Israel fueron hallados primeramente en medio de ustedes.