Además dijo: “¿Habría podido alguien decirle a Abraham que Sara tendría que dar de mamar a un hijo suyo? ¡Y ahora he tenido un hijo de Abraham aún su vejez!”
Ella se levantó en medio de la noche y tomó a mi hijo de mi lado mientras yo dormía. Lo puso junto a ella para abrazarlo, y puso a su hijo muerto junto a mí.
La otra mujer argumentó: “¡No! Mi hijo es el que está vivo. Tu hijo es el que está muerto”. La primera mujer objetó: “¡No! Tu hijo es el que está muerto. Mi hijo es el que está vivo”. Siguieron discutiendo delante del rey.
“Haz lo que creas conveniente”, le respondió su marido Elcana. “Quédate aquí hasta que lo hayas destetado, y que el Señor cumpla lo que ha dicho”. Así que Ana se quedó y amamantó a su hijo hasta que lo destetó.