El rey de Aram ya había dado estas órdenes a sus comandantes de carros “Diríjanse directamente hacia el rey de Israel solo. No luchen con nadie más, sea quien sea”.
Entonces hicieron que todos los hombres que estaban en la entrada de la casa, jóvenes y adultos, quedasen ciegos, así que no podían encontrar la puerta.
Ben Adad, rey de Aram, convocó a todo su ejército. Junto con treinta y dos reyes y sus caballos y carros reunidos, marchó para sitiar Samaria, para luchar contra ella.
Así que cuando los comandantes de los carros vieron a Josafat, gritaron: “¡Este debe ser el rey de Israel!” Así que se volvieron para atacarlo, pero cuando Josafat pidió ayuda,
El rey de Aram ya había dado estas órdenes a sus comandantes de carros “Diríjanse directamente hacia el rey de Israel solo. No luchen con nadie más, sea quien sea”.
Todos, desde el más importante hasta el más insignificante, morirán en este país. No se les enterrará ni se les llorará; no habrá ritos para los muertos, como el inmolarse o afeitarse la cabeza.
Habían capturado a las mujeres y a todos los demás allí, jóvenes y ancianos. No habían matado a nadie, pero se llevaron a todos con ellos al marcharse.