Entonces ella escribió unas cartas en nombre de Acab y las selló con su sello. Envió las cartas a los ancianos y a los dirigentes de la ciudad donde vivía Nabot.
El rey de Israel llamó a todos los ancianos del país y les dijo: “¡Miren cómo este hombre trata de causar problemas! Cuando exigió mis esposas y mis hijos, mi plata y mi oro, no dije que no”.
Así que Jehú mató a todos los que quedaban en Jezrel de la casa de Acab, así como a todos sus altos funcionarios, amigos cercanos y sacerdotes. Esto dejó a Acab sin un solo sobreviviente.
Senaquerib también escribió cartas insultando al Señor, el Dios de Israel, burlándose de él al decir: “Así como los dioses de las naciones no salvaron a su pueblo de mí, el dios de Ezequías tampoco salvará a su pueblo de mí”.
Entonces el Señor le dijo a Moisés: “Trae ante mí setenta ancianos israelitas que sepas que son respetados como líderes por el pueblo. Llévalos al Tabernáculo de Reunión. Se quedarán allí contigo.
Los ancianos y todo el pueblo presente en la puerta de la ciudad dijeron: “Sí, somos testigos. Que el Señor haga que la mujer que viene a tu casa sea como Raquel y Lea, que entre ambas dieron a luz al pueblo de Israel. Que seas próspera en Efrata y famosa en Belén.