Acab fue a ver a Nabot y le dijo: “Dame tu viña para que la convierta en un huerto, porque está cerca de mi palacio. A cambio te daré una viña mejor, o si quieres te la pagaré al contado”.
Eva vio que el fruto del árbol lucía bueno para comer. El fruto se veía muy atractivo. Y Eva lo deseaba para obtener sabiduría. Así que tomó del fruto y lo comió, y lo compartió con su esposo, que estaba con ella, y él también comió.
Acab respondió: “Es porque hablé con Nabot de Jezrel y le pedí: ‘Dame tu viña por dinero, o si quieres, te daré otra viña en su lugar’. Pero él dijo: ‘No te daré mi viña’”.
Cuando Ocozías, rey de Judá, vio lo sucedido, corrió por el camino hacia Bet-hagán. Pero Jehú lo persiguió, gritando: “¡Dispárenle también a él!”. Así que fusilaron a Ocozías en su carro en el camino hacia Gur, cerca de Ibleam. Logró escapar a Meguido, pero allí murió.
Pero lo único que buscas, lo único en lo que piensas, es en conseguir lo que quieres, aunque sea de forma deshonesta. Matas a los inocentes, maltratas con violencia y explotas a tu pueblo.
El país al que entrarán no es como el país de Egipto del que vienen. Allí tenían que sembrar tu semilla y trabajar duro, regando la tierra, como si estuvieran cuidando de un huerto.
“No debes desear tener la esposa de otro. No debes desear tener su casa o su campo, o su esclavo o su esclava, o su buey o su burro, o cualquier cosa que les pertenezca”.
Entonces Aquis llamó a David y le dijo: “Vive el Señor, tú eres honesto y has hecho lo correcto por lo que veo. Por lo que a mí respecta, debes marchar conmigo a la batalla porque no he encontrado ningún fallo en ti desde el día en que llegaste hasta ahora. Pero los otros líderes no te aprueban.