“¡Preparen mi carro!” gritó Joram, y ya tenían su carro preparado. Entonces Joram, rey de Israel, y Ocozías, rey de Judá, partieron en sus carros por separado, y se encontraron con Jehú en el terreno que antes era propiedad de Nabot de Jezrel.
Jehú dijo a Bidcar, su oficial: “Recógelo y arrójalo al campo de Nabot de Jezrel. Recuerda que cuando tú y yo cabalgábamos juntos detrás de su padre Acab, el Señor hizo esta profecía contra él:
Señor, ¿no buscas siempre la fidelidad? Los derrotaste, pero no les importó. Estuviste a punto de destruirlos, pero se negaron a aceptar tu disciplina. Eran tercos, duros como una roca, y no se arrepentían.