Los mensajeros regresaron y dijeron: “Esto es lo que dice Ben Adad: te he enviado un mensaje exigiendo que me des tu plata, tu oro, tus esposas y tus hijos.
Entonces Asa tomó toda la plata y el oro que quedaba en los tesoros del Templo del Señor y del palacio real. Lo entregó a sus siervos y los envió a Ben-hadad, hijo de Tabrimón, hijo de Hezión, rey de Aram, que vivía en Damasco, junto con este mensaje:
Pero mañana a esta hora voy a enviar a mis hombres a registrar tu palacio y las casas de tus funcionarios. Tomarán y se llevarán todo lo que consideres valioso”.