¡Tu plata y tu oro me pertenecen ahora, y tus mejores esposas e hijos también me pertenecen!”
Envió mensajeros a Acab, rey de Israel, a la ciudad para decirle: “Esto es lo que dice Ben Adad:
Así que, llevando cilicio en la cintura y cuerdas en la cabeza, fueron y se rindieron al rey de Israel, y le dijeron: “Tu siervo Ben Adad te pide: ‘Por favor, déjame vivir’”. El rey respondió: “¿Sigue vivo? Lo considero mi hermano”.
“Es como dices, mi señor el rey”, respondió el rey de Israel. “Soy tuyo, así como todo lo que me pertenece”.
El enemigo se jactó: “Los perseguiré y los alcanzaré. Dividiré el botín. Los comeré vivos. Bailaré con laespada. Con mi mano los destruiré”.