Ahora sólo tengo que pedirte una cosa: por favor, no digas que no”. “Dime”, dijo ella.
“Sabes que el reino era mío -declaró-, y todos en Israel esperaban que yo fuera su próximo rey. Pero todo se ha vuelto del revés y el reino ha pasado a mi hermano, porque así lo ha querido el Señor.
Entonces continuó: “Por favor, habla con el rey Salomón de mi parte, porque él no te rechazará. Pídele que me dé a Abisag de Sunem como esposa”.
“Sólo quiero pedirte una pequeña cosa”, dijo ella. “Por favor, no digas que no”. El rey respondió: “Pídelo, querida madre. No te diré que no”.
Por el bien David, tu siervo, no le des a la espalda a tu ungido.
Dios, quiero pedirte dos cosas. Por favor, no te niegues a dármelas antes de que muera.