Esto se debió a todos los pecados que Basá y su hijo Elá habían cometido y habían hecho cometer a Israel. Su adoración de sus ídolos inútiles había enojado al Señor, el Dios de Israel.
Dijo: “¡Cuidado! Voy a traer el desastre sobre ti y destruiré a tu descendencia. Mataré a todo varón del linaje de Acab, tanto esclavo como libre, en todo Israel.