Pero el Señor le dijo a Ahías: “Mira, la mujer de Jeroboam viene a preguntarte por su hijo, porque está enfermo. Esto es lo que debes decirle, porque vendrá disfrazada”.
Entonces Joab envió un mensajero a Tecoa para que trajera a una mujer sabia que vivía allí. Y le dijo: “Finge estar de luto. Ponte ropa de luto y no uses aceites perfumados. Ponte como una mujer que lleva mucho tiempo de luto por los muertos.
Así que, en cuanto Ahías oyó sus pasos en la puerta, gritó: “¡Entra, mujer de Jeroboam! ¿Por qué te molestas en venir disfrazada? Me han dado una mala noticia para ti.
Pero cuando llegó hasta el hombre de Dios en la montaña, se agarró a sus pies. Giezi se acercó para apartarla, pero el hombre de Dios le dijo: “Déjala en paz, porque tiene una miseria terrible, pero el Señor me lo ha ocultado y no me lo ha explicado”.