La esposa de Jeroboam hizo lo que le dijeron. Se levantó y fue a la casa de Ahías en Silo. Ahías no podía ver: se había quedado ciego a causa de su edad.
Entonces Jeroboam le dijo a su esposa: “Por favor, ve y disfrázate para que nadie sepa que eres la esposa de Jeroboam. Luego ve a Silo y busca al profeta Ahías. Él fue quien me dijo que sería rey de este pueblo.
Vivimos por setenta años, ochenta si tenemos la fuerza. Pero incluso en el mejor momento de la vida, todo lo que tenemos son dificultades y sufrimiento. Pronto nuestras vidas llegan a su fin y nos hemos ido.
Antes de que los guardianes de la casa tiemblen y los hombres fuertes se dobleguen, los moledores dejen de trabajar porque sólo quedan unos pocos, y los que miran por las ventanas sólo vean tenuemente,