y fue a buscar el cadáver. Todavía estaba tirado en el camino, con el burro y el león de pie junto a él. El león no se había comido el cuerpo ni había atacado al burro.
“Déjenlo descansar en paz”, dijo Josías. “Que nadie toque sus huesos”. Así que dejaron sus huesos sin tocar, junto con los del profeta que vino de Samaria.