Sin embargo, cuando llegó la noticia a Hadad en Egipto de que tanto David como Joab, el comandante del ejército, habían muerto, Hadad le dijo al faraón: “Déjame ir y regresar a mi país”.
Entonces Abner le dijo a David: “Déjame ir inmediatamente y convocar a todo Israel para una reunión con mi señor el rey, para que se pongan de acuerdo contigo y puedas gobernar todo lo que quieras”. Entonces David envió a Abner sano y salvo.
El faraón le preguntó: “¿Hay algo que te haya faltado aquí conmigo para que ahora quieras volver a tu país?” “No, no hay nada”, respondió Hadad, “pero por favor, déjame volver a mi país”.
Al amanecer del día siguiente, Samuel llamó a Saúl desde el tejado: “¡Levántate! Tengo que enviarte de regreso”. Así que Saúl se levantó y salió con Samuel.