David construyó allí un altar al Señor y presentó holocaustos y ofrendas de paz. El Señor respondió a su oración por el país, y la plaga de Israel se detuvo.
Por eso sus siervos sugirieron: “Busquemos en nombre de Su Majestad a una joven virgen que lo sirva y lo cuide. Ella podrá acostarse a su lado y darle calor”.
Vivimos por setenta años, ochenta si tenemos la fuerza. Pero incluso en el mejor momento de la vida, todo lo que tenemos son dificultades y sufrimiento. Pronto nuestras vidas llegan a su fin y nos hemos ido.