ustedes también se convierten en piedras vivas, edificadas en una casa espiritual. Ustedes son sacerdocio santo que ofrece sacrificios espirituales y que Dios recibe con agrado por medio de Jesucristo.
Serán llamados sacerdotes del Señor, identificados como ministros de nuestro Dios. Disfrutarán de las riquezas de las naciones y estarán orgullosos de tenerlas.
Toma estas palabras y vuélvete al Señor, y dile: “Por favor, toma toda nuestra culpa, acepta lo bueno que hay, y nosotros te pagaremos con alabanza en nuestros labios.
Me siento honrado por las naciones desde el extremo más oriental, hasta el extremo más oriental. En todas partes la gente me trae ofrendas de incienso y sacrificios puros. Soy honrado entre las naciones, dice el Señor Todopoderoso.
Así que yo los animo, mis hermanos y hermanas, por la compasión de Dios por ustedes, que dediquen sus cuerpos como una ofrenda viva que es santa y agradable a Dios. Esta es la manera lógica de adorar.
de ser un ministro de Jesucristo para los extranjeros, como un sacerdote que predica la buena noticia de Dios, a fin de que puedan convertirse en una ofrenda agradable, santificada por el Espíritu Santo.
¿Qué compromiso podría existir entre el Templo de Dios con los ídolos? Pues nosotros somos Templo del Dios vivo, tal como Dios dijo: “Viviré en ellos y caminaré en medio de ellos. Yo seré su Dios, y ellos serán mi pueblo”.
¡Porque yo tengo de todo, incluso más de lo que necesito! Estoy agradecido por haber recibido de parte de Epafrodito las cosas que me enviaron. Son como un sacrificio con dulce aroma que agrada a Dios y él aprueba.
Pero Cristo es un hijo, a cargo de la casa de Dios. Y nosotros somos la casa de Dios siempre y cuando nos aferremos con confianza a la esperanza en la cual decimos que creemos con orgullo.
En cambio, ustedes son una familia elegida de manera especial, un sacerdocio real, una nación santa, un pueblo que pertenece a Dios. Por eso, pueden revelar las cosas maravillosas que él ha hecho, al sacarlos de la oscuridad a su luz admirable.
Todo el que hable, hágalo como si Dios hablara a través de él. Todo aquél que quiera ayudar a otros, hágalo por medio de la fuerza que Dios le da, para que en todo Dios sea glorificado por medio de Jesucristo. Que la gloria y el poder sean suyos por siempre y para siempre. Amén.
Porque el tiempo del juicio ha llegado, y comienza por la casa de Dios. Y si comienza por nosotros, entonces ¿cuál será el fin de los que rechazan la buena noticia de Dios?
¡Benditos y santos son los que tienen parte en la primera resurrección! Porque la segunda muerte no tiene poder sobre ellos. Ellos serán sacerdotes de Dios y de Cristo, y reinarán con él durante mil años.
A los victoriosos los convertiré en pilares para el Templo de mi Dios. No tendrán que irse nunca. Escribiré sobre ellos el nombre de mi Dios, el nombre de la ciudad de mi Dios, llamada Nueva Jerusalén, que desciende del cielo, de mi Dios, y mi propio nombre nuevo.