No lo anuncies en la ciudad de Gat, no lo proclames en las calles de Ascalón, para que las mujeres filisteas no se alegren, para que las mujeres paganas no lo celebren.
Así que ahora, por favor, bendice la casa de tu siervo para que continúe en tu presencia para siempre. Porque cuando bendices, Señor, queda bendecida para siempre”.
Así que mandaron llamar a todos los gobernantes filisteos y les preguntaron: “¿Qué debemos hacer con el Arca del Dios de Israel?” “Lleven el Arca del Dios de Israel a Gat”, respondieron. Así que la trasladaron a Gat.
Los filisteos le devolvieron a Israel las ciudades que les habían arrebatado, desde Ecrón hasta Gat, e Israel también liberó el territorio vecino de manos de los filisteos. También hubo paz entre Israel y los amorreos.