Así que David no trasladó el Arca de Dios para que estuviera con él en la Ciudad de David. En lugar de eso, hizo que la llevaran a la casa de Obed-edom de Gat.
Yo grité: “¡Estoy condenado! Voy a morir porque soy un hombre de labios impuros, y vivo en medio de un pueblo de labios impuros, porque he visto al Rey, al Señor Todopoderoso”.
“Entonces vino el hombre que recibió un talento. ‘Mi señor’, le dijo, ‘sé que eres un hombre duro. Siegas donde no sembraste y recoges cosechas que no plantaste.