pero Eleazar se mantuvo firme y siguió matando filisteos hasta que se le quedó la mano en la espada. El Señor los salvó concediéndoles una gran victoria. El ejército israelita regresó, pero sólo para despojar a los muertos.
Naamán, el comandante del ejército del rey de Aram, era considerado un gran hombre por su amo y muy respetado, pues a través de él el Señor había hecho victoriosos a los arameos. Era un poderoso guerrero, pero tenía lepra.
Estaba con David en Pasdamin cuando los filisteos se reunieron para la batalla que tuvo lugar en un campo de cebada. El ejército israelita huyó cuando los filisteos atacaron,
En otra ocasión, los Tres, que formaban parte de los Treinta guerreros principales, bajaron a recibir a David cuando estaba en la cueva de Adulam. El ejército filisteo estaba acampado en el valle de Refaim.
Se tomó la vida en sus manos cuando mató al filisteo, y el Señor logró una gran salvación para todo Israel. Tú lo viste y te alegraste, así que ¿por qué pecar y derramar sangre inocente matando a David sin tener ninguna razón?”